Observa los cuatro puntos  por unos momentos y después observa una pared clara. ¿Qué ves? Es propio de la amistad dar al amigo lo mejor que se posee.

La amistad con el Señor, que nace y se acrecienta en la oración y en la digna recepción de los sacramentos, nos hace entender mejor el significado de la amistad humana, que la Sagrada Escritura califica como un tesoro: "Un amigo fiel - dice el Eclesiástico - es poderoso protector, el que lo encuentra halla un tesoro. Nada vale tanto como un amigo fiel, su precio es incalculable".

El trato diario y la amistad con Jesucristo nos llevan a una actitud abierta, comprensiva, que aumenta la capacidad de tener amigos.

                                                              

 

Un verdadero amigo es alguien que te conoce tal como eres, comprende dónde has estado, te acompaña en tus logros y tus fracasos, celebra tus alegrías, comparte tu dolor y jamás te juzga por tus errores.